Todo parece indicar que luego de casi 15 años de controversiales discusiones podría ser considerada un hecho consumado, el viejo conflicto, de carácter social, político y cultural que ocurre en Topolobampo, puerto que ha sido elegido por la empresa extranjera Gas y Petroquímica de Occidente S.A. de C.V para instalar un gran planta productora de fertilizantes.
En ese sentido en Observatorio Periodístico Sinaloense quisimos recordar todo lo que ha pasado respecto a este tema hasta hoy que se está en la espera de que SEMARNAT de los resultados oficiales de la consulta deliberativa para que los habitantes de los pueblos indígenas emitieron su voto en negativo o positivo del proyecto.
En dicha consulta se instalaron 13 asambleas en los tres principales centros ceremoniales de los pueblos Yoremes, ubicados en Ahome, El Fuerte y Guasave.
Iniciando porque el proyecto consiste en producir 2 Mil 200 toneladas diarias de amoniaco anhidro, el insumo base para la fabricación de los fertilizantes que se utilizan en México para los cultivos agrícolas.
En ese sentido la iniciativa se ha visto desde el el punto de vista empresarial, en donde la avalan aquellos que ven la millonaria inversión, como la oportunidad de apuntalar el largamente esperado y anhelado desarrollo económico, político, social y cultural de esa región.
Por otra parte llama también la atención de los visionarios del progreso económico y social de los pueblos, la generación de los Miles y urgentes empleos, que habría con esta.
Sin embargo arrastran el eco de una frase que no deja lugar a dudas respecto a la manera en que otros grupos sociales han visto la oferta de inversión, “AQUI NO”, ha sido desde siempre el grito de guerra de quienes se dicen los dueños legítimos e históricos de la Bahía de Ohuira y sus emblemáticos entornos ecológicos y marinos.
Se trata de nativos y descendientes de los pueblos indígenas, quienes sin mucho preámbulo han dicho que lucharán con todo para evitar que sus comunidades sean invadidas por los poderosos hombres del dinero y también destructores del medio ambiente.
Y ahí estamos, ante una réplica de muchas otras confrontaciones que históricamente se han gestado entre Indígenas y los impulsores del desarrollo y la modernidad de los pueblos.